Manticora

La manticora escondida
que habita en tu alma

alimenta tu estrés

con la carne de tu calma.

Se acurruca en tu cuello

y despierta cuando tragas.

A la hora de comer

se maquilla de disfagia.

Terremotos en tus manos

mientras nieva en tu cara.

Tu voz llena de espinas

no sale de tus entrañas.

Así actúa la manticora,

que por dentro te desgarra.

De tanto tiempo contigo

ha ganado confianza

y se aparea con el nudo

que aparece en tu garganta.

De esa relación nacieron

dos retoños que te amargan:

el miedo y la ansiedad,

son parejita malvada.

Corretean por tu mente

disfrutando de su infancia,

rompiendo todos tus platos

y destrozando tu casa,

mientras juegan con tus nervios

y chapotean en tu drama,

tiran todos los jarrones

de tus lágrimas guardadas.

Cada bocado es morir,

un vagón lleno de carga

con un tren que no funciona

en una estación cerrada.

Has cambiado de menú

porque todo se atraganta,

ya no era suficiente

acompañarlo de agua.

Esa fiera vive así,

enredándose en tu karma;

ya forma parte de ti

y no puedes expulsarla.

No huyas de la manticora.

No te encierres en la jaula.

Enfréntate a esa bestia

hasta que puedas domarla.

Sé valiente en la comida,

no te escondas en las salsas;

está en juego tu vida,

no hay excusa que valga.