MAR ETERNO

Eres la madre universal de la vida,

del caos y la armonía de los tiempos pretéritos.

Tu oleaje es la voz rumorosa de lo evolutivo.

En tu espíritu habitan historias de mil batallas

En sus olas viajeras se siente el canto de sirenas enamoradas.

Eres mar de Aqueos y Troyanos.

Mar de muertes y de victorias.

Fuiste madre adoptiva de Aquiles de Itaca.

Mirastes con tristeza la muerte de Héctor.

Tus aguas se agitaban de dolor al ver el odio entre los dioses.

La muerte campeaba en un horizonte gris y absurdo.

Aún así eres el mar azul que me llena el alma.

Eres el mar que agota mis pasiones y el desencanto de la vida.

Eres el mar de aguas fugitivas que llevan lamentos a orillas sin libertades.

Desearía morir en tus aguas que caer sin vida ante la impunidad del tirano.

Tus aguas enjuagan mi espíritu que me hacen viajero de mares lejanos.

En tus arenas de trópicos besé unos labios de rojo carmesí.

Sus aguas se hicieron benditas para jurar amor eterno.

Los dioses tutelares del mar agitaron sus poderes hechizando mis pasiones

Oteaba su infinito horizonte construido con alas de gaviotas.

Me sentía enamorado de ella y traté de besarla en su boca de espuma.

En locos arrebatos buscaba sus cabellos, su pecho y la inmensidad de una mirada.

Sus aguas azules escapaban de mis manos enamoradas y palpo como se hace volátil una silueta femenina.

Sentía que el mar estaba hecho de piel de mujer,

todo se volvía una pasión de gaviotas erotizadas.

Un hombre solitario camina una playa,

lleva en su cuerpo un corazón vacío y una nostalgia milenaria.

Solo siente el rumor de sirenas y el recuerdo de olas con sabor a labios de arrecifes.

Una garza viajera de manglares lejanos, exclama: “Es bello contemplar los miles de hombres enamorados del mar”.

Siento un llanto en mi alma y una pasión que no cesa.

¡Bendito sea el mar!

Sólo me queda contemplar tus caderas de vaivenes eróticos.

A lo lejos garzas y pelícanos entonan cánticos que serenan el alma.

Es el canto de los mares enamorados,

un mar que ruega por el dolor de los hombres.

Por: Manuel Guillermo Ebratt Doncell

Barranquilla, Diciembre 7 de 2015.