El corazón late siempre atado al delirio,
el río de la vida esparce por doquier.
Dos jóvenes amándose encienden el cirio
gloria sienten con la mano a todo querer,
ellos están sin tiempo y lo considera serio.
En las páginas rotas aletea en mi canción,
se viste con el viento mi alma desnuda
y se hecha a volar en pos de una misión;
alertar la flor, que el río crece y la inunda,
mientras espera el amor sin renunciación.
Ya huele a jazmín el río nuevamente,
con polen en el aire, florece el amor,
flota amor en sus olas anárquicamente
suerte para recordar, de tus labios dulzor
razón que soy, de agua dulce navegante.
Amor; ante los ciegos ojos del poder,
nosotros somos el futuro de la creación
consumir el momento, es nuestro deber.
Risa nos da el fantasma de la disgregación,
el albedrío es nuestro; vivamos el querer.
Autor: Alcibíades Noceda Medina