!Si un día me faltaran moriría!,
les dije tantas veces, -lo recuerdo-,
hoy que no están, aún vivo, no lo niego,
pero que triste es vivir en agonía.
Vivir sin poder ver la luz del día,
caminando sin rumbo, sin consejos,
recordando sin tregua los "Te quiero",
llorando soledades que eternizan.
Me faltan en la aurora y en la brisa,
en los atardeceres claros de verano,
en mi terco vivir, en el pantano
que he quedado evocando sus sonrisas.
!Si un día me faltaran, moriría!,
y sigo aquí, viviendo sin remedio,
no saben cuanto más hecho de menos
sus manos apoyadas en las mías.