Los arces y los pinos nos contemplan
En medio de este bosque que el verano
Llenó de verdes densos y preciosos.
Muy pronto has de mirar como los frutos
Que crecen y maduran en las ramas
Cansadas del manzano soñoliento
Encienden su color, que, nuevamente,
La luz toman del alba enrojecida,
Como quien sospechase sus colores.
Parecen la mañana silenciosa.
En medio de este bosque, los caminos,
Acaso cuando el viento se aderece
En esos bailes bellos y elegantes
Que suele, sin ser visto, la hojarasca
El suelo buscará, los barros húmedos,
La tierra seca, en los domingos calurosos.
Mas quién quisiera hablar de barros húmedos,
Domingos calurosos, tardes muertas,
Pinares, arces, bosques y veranos,
Teniéndote a ti cerca, disfrutándote,
Gozándote, queriendo hacerte suya
Sobre las blancas sábanas del lecho.
Pero las blancas sábanas del lecho
Serán para la noche, y solo el verde
Podrá darnos asiento, si buscamos,
Entre las frondas densas esa calma
Que piden los que quieren desnudarse.
No niegues que el deseo nos apura:
El tiempo correrá, se irán las horas,
Y no regresarán las que tenemos:
Los arces y los pinos nos contemplan
En medio de este bosque que el verano
Llenó de verdes densos y preciosos.