Marzo cuatro

Un nuevo cumpleaños muy lejos de tu abrazo,
en tu ausencia, en penumbras, recordando aquel día;
ese que yo veía tan allá de tu ocaso,
en aquel cumpleaños repleto de alegría.
Que lejano aquel tiempo y que lerdo mi paso
de aquel vivir dichoso con tu amor y armonía.
¡Que distantes tus manos! ¡Me acorrala el fracaso!
y es que faltas ahora en mi fiel cofradía.
Padre ausente: Presente en todos mis escaños,
en mi risa, en mi lágrima en todas mis virtudes.
No sólo te recuerdo en este cumpleaños,
siempre estarás presente ante mis actitudes.
Padre mío latente en todos mis redaños,
en todos mis errores; también en mis tabúes.
Hoy en este tu onomástico me amparan tus rebaños
y digo a mi Dios Padre que por mi te salude.