Un corcel desbocado me arrastra de mi silencio orillándome al abismo donde ni tú misma me podrás sacar, pedí hasta sangrar conocer el fin del mar, donde se oculta la luna de las indiferencias del mundo, y Dios no me manda ni un día de somnolencia para defenderme del pasado, ni me arroja una lanza para hacerme más corto el camino, me deja conocer el canto de las sirenas sin quitarme antes la sordera, por eso ahora me despido de ti como un artista que nunca quiere terminar su escultura, con miedo a ya no sentir el frio de su piel, no hay yo sin ti, aire seré cuando tu nombre no signifique nada para mi, y si no te olvido te soñaré hasta desgastar mi alma y nadie me pueda reconocer.