Descalzos, por la arena...y hasta volando
desnuda el alma en cada latir profundo,
el sonido del mar...las manos apretando
entre el juguetear de dedos...y nuestros mundos,
internas de los dioses que abren sus sentires
momentos de marcas en los peñascos dormidos,
una paz profunda y esa dicha de que mires
mis ojos cayendo en los sueños de tus ruidos,
ocultas verdades que al mirar se desvanecen
caen en derroteros de divinas ausencias,
vierte tu flor en aquel lucero que te mece
cada vez que observas mi halo de presencias.
Fluye el óptimo calendario de la vida
ese que el destino nos negaba hace tiempo,
no era la hora de mirarnos en las rimas
no era el lugar, ni el espacio, ni el momento,
pero quieran estos versos llegar a tus lugares
a tus finas delicias, de cuidarme en demasía,
y ambos sabemos que nos encontrarán nuestros mares,
donde calla tu estrella y se corporiza...la mía.