Pura es tu alma zagala,
pura y de rosa tu carne,
tus mejillas alboradas,
de rojo vino tu sangre.
Yo bebo cuando te miro
en tus lunas de azabache
y pierdo tino y sentido
y muero por adorarte.
De tu imagen la luz
en mi centro bulle y late,
y cuchillos y amapolas
entre mis venas se abren;
y me matan, y me hieren
y nuevo placer me hacen,
pues me mata, niña mía,
tu cuerpo, tu alma, tu imagen.
Es tanto mi sufrimiento
y en mi pecho tanto arde,
que las gotas del rocío
-pobres gotas- me hacen sangre.
Quiero en mis manos tenerte,
quiero en los labios besarte
-y te beso y te tengo-
despierto y todo se esparce.
Yo, en fin, amarte quiero
pura, desnuda de carne,
y que nunca viento u olas
tu cabello desbaraten.
Pudrirán cielos y tierra,
gemirán brutos voraces,
cubrirá todo tinieblas
si tu cabello tocaren.
Porque pura como el grano
que de sustento es al ave,
tú, de mi cuerpo y mis ansias
eres, pura, el mismo aire.
pio espejo