Te amé desde que tengo la memoria,
sin más razón, que mi tenaz vehemencia,
borrarte, no ha podido la conciencia,
y sigues tan presente en esta historia.
Se ha opuesto a mi cariño el infortunio,
y sin embargo, te amo todavía,
intacto en mi cariño y mi porfía,
cual luna tan radiante en plenilunio.
No puedo ya olvidarte ni un momento,
la inmensa idolatría que me obliga,
a no expulsarte de mi pensamiento.
Y aunque jamás consiga el alcanzarte,
hoy vengo, sin remedio a confesarte,
lo mucho que te adoro dulce amiga a Wendy (2006)