Te tuve entre mis brazos, y era perfumada flor,
imaginé la prolongación mi vida y de mi sueño,
fuiste parte de mí, sin ti hoy a la vida la desdeño,
era toda mi alegría, y ahora también eres el dolor.
El regalo era del cielo, regalo del mismísimo Creador,
no pude tenerte en toda mi vida, y era todo mi anhelo.
Lo que me dicen, ¿Será suficiente para el consuelo?,
que hasta Dios perdió al ser más querido, sí induce valor.
Presiento tener tu mano aferrada en mí segura,
esas manos pequeñas, amarrada tantas veces en el mío,
con fuerza y dolor hoy sigo apretando, pero ya el vacío.
Pues bien… yo nunca te perdí y sé que me espera
en algún lugar, un día a tu lado he de llegar,
solo pido que el tiempo no se haga tanto rogar.