En los días que vivimos nada te pedí,
pues que sé mañana mucho más me das
sin que te pida. Me ves triste y te quedas,
por intuición racional toda percibís.
Tu amor es un ensueño divino,
me haces sentir dueño de tu mundo.
Contigo lo disfruto cada segundo,
endulzas mi boca cual mejor vino.
Tu don de amar es entrega sin ruego,
es cielo y mar, sin que sea un juego.
Hasta dormida me llevas en tu sueño,
en tu presencia el amor no se acaba.
Soy feliz acunándote dónde estabas,
de tu dulce paz me haces sentir dueño.
Autor: Alcibíades Noceda Medina