Me perturba dulcemente

Ella dice que la tengo que olvidar,
que debo dejar de imaginar
que conmigo un día volverá.
Que debo superar este tormento
que ya no recuerde los momentos
que anduvimos felices por la acera.
Ella me turba cuando pide que la olvide
y me regala una sonrisa de contrabando,
la más dulce que en el mundo se percibe,
todo esto mientras su espíritu me está hablando.
Que tiene un nuevo novio ella me dice
y yo sigo lamentando lo que hice.
Me dice que no quiere ser mi amiga,
y me sorprendo al ver que cambió enseguida,
si apenas ayer su cuerpo para mi bailó
a tan solo dos suspiros de mi boca,
y hoy siento que la esperanza se deshoja.
Será que la alegría es tan corta,
o que lo ingenuo se me nota.
Me dice ella que no quiere estar conmigo,
y ayer dijo que podemos ser amigos.
Me dice que quiere paz,
que quiere tranqulidad,
y me pregunto yo,
¿por qué pide eso?,
Tal vez en él no encuentra paz,
y no le da tranquilidad
como supe hacerlo yo.
Me dice primero que no volverá,
después que no sabe lo que pasará.
Tampoco sé lo que entre ella y yo pasará;
más muy bien sé lo que pasó,
y lo que sin ella paso yo.
Sé que mi casita chiquita,
la que en un tiempo fue de los dos,
desde el día en que ella partió
vive una soledad atroz,
sé cuanto sufre mi cama,
la que también fue mía y de ella,
al extrañar a su adorada.
Cuanto espera por su doncella.
Ellas no me han dicho nada
para no entristecerme más
con la ausencia de mi amada,
mas yo escucho los lamentos
que proclaman en silencio.
No he de olvidarla jamás aunque me vuelva demente.
Ella y yo, así como nuestra casita y cama,
la acera, su cuerpo, él, su sonrisa y su alma
sabemos que conmigo pronto volverá
aunque por hoy se empeñe en perturbarme dulcemente.