Evoque tanto tus besos,
tus cantos en el alba, tus sueños,
tus sonrisas, tus esperanzas
y en el estar esperándote,
pensándote, amándote,
me quede, quietud del mar.
Solo, simple, llano, vació,
algo incongruente, indeseable,
tratando de averiguar por qué
tuviste que ser tu a quien yo debía querer.
Pobre corazón iluso
igual a una verdad herrada,
tanto creyó que algún día
por fin tú lo ibas a amar,
que decidió entregarte sus alas.
Y fueron esas mis alas
las que te permitieron volar,
haciendo que aquí me quede
sin alas para poder volver a volar.