Soneto dejando amor de infancia

En fin dije; es hora de abrir la puerta,
bajo cual agua que viene de arriba,
es mi voluntad nadie me derriba.
Únicamente algo en mí se despierta.
En ante sala ya está melancolía,
rostro de amigos en la mete acude,
levanté las dos manos como pude.
Entre todos alguien más me despedía.
Su sonrisa llevo en mi pensamiento,
despedimos al amor y la infancia
entristecida mirada cruzamos.
Antes de partir ya hallo sufrimiento,
que aún más será en tirana distancia.
¿Acaso dejamos a lo que amamos…?
El señor de los fierros
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