Recinto contráctil por la luz que viene,
boca entreabierta a fuerza de tus mieles.
Sedosa piel de lunas en tus brazos,
tu otra mitad, el cielo en tu regazo.
Curva del río que a tu mar se arroja,
temblor de llama, ardiente, esplendorosa.
Andar sinuoso por la calle de tus ojos,
lánguida serpiente enroscándose en tu vientre.
Espuma suave en el cauce de tu nave,
región segura que calma tu locura .
Roce de levedad contra tu pecho,
rosa deshojándose en el lecho.
Y esa señora que el ayer devora
para ser nueva en cada primavera.