Media noche en la ciudad

"Tu pezón izquierdo es un poco más sabio
y más agradecido
que tu pezón derecho. Sabe estar tieso
se iza enseguida al corso de la mano
o de los labios y permanece altivo,
orgulloso de su altura y de sus pálpitos.
Es un pezón meritorio que debería
ser ejemplo para todos esos pezones
que parecen corderos.
Tu pezón derecho, en cambio,
sólo se levanta, como un faro que incendiara
la noche de la isla, cuando te corres
dando a tus pechos una simetría perfecta."
-Alberto Viertel-
Sentados y mudos
una yuxtapuesta al otro,
y la música empieza a embriagar
los nerviosos ojos que no se animan
las manos se alcanzan a rozar
los labios se entreabren,
el aire raudo escapa al exhalar
la llovizna afuera encuentra al clima
y el calor hace sudar.
las palabras incomodan y el recato sale a volar
Los ojos se encuentran, las manos empiezan a buscar.
Me observas con tus ojos de lujuria y enamorada ebriedad
que mis labios han de aplacar
te beso con paciencia,
pero el instinto empieza a imperar
me aprietas en tu cuerpo
pierdo el rumbo, voy a naufragar
tu labios manifiestos muerden aquí y allá
te deslizas por mi cuello,
luego el pecho y el espasmo abdominal
maldices mis pantalones y su forzoso despojar
me sumerges en tus frases
de tanto amar y amar
la lengua encuentra el cielo en su parafrasear
poseído por el hades
me pongo a jadear.
Te yergues cuan altiva
de la ropa te quieres ya librar,
mis manos cual tijeras la hacen desplomar,
los pechos sudorosos me imploran no parar,
tu ombligo haciendo un lecho no para en su arquear.
Los besos resbalando de la boca a los oídos,
del cuello al plexo solar
onomatopeyas placenteras de sonar no pararán.
A las puertas de tu sexo
me dispongo a tocar;
la luna y las mareas te hacen inundar.
Escancio la ambrosía que me ofreces tras temblar
las caderas y las piernas se estremecen al pasar
mis manos con sus dedos,
mi lengua y respirar.
Remitiéndonos al pasado,
olvidamos la bipedad
los uros y los huargos,
nos han de envidiar.
tu pelo con las luces
brilla en su oscilar
me tenso y miro al cielo;
tus piernas, empiezan a temblar
la vida se me escapa
la aceptas al gritar…
Los cuerpos en la penumbra
desfallecen en el altar
el vapor y los ecos
medianoche en la ciudad
afuera el mundo muere,
mientras entre éstas sábanas,
vida me das.