V_El moribundo

V. El moribundo
Triste imagen, castillo de invierno
en vientos de nostalgia,
que paga la renta del monte y su costa,
lo amargo, la increíble soledad,
y ese aire frío que raja hasta los ojos,
que te da ganas de respirar profundo
mientras puedas, moribundo,
en lo que reúnes fuerzas para erguido
de la sepultura de regreso a tu pobreza
caminar.
Hoy fue día de lucha y otro día
cerca de las santas cortinas de piedra.
¡Pero horror! Hoy estaban cerrados
en la aldea el banco, la iglesia, las casas...
atroz silencio, sólo silencio y muerte quedan.
Ya ni siquiera los llantos rebotando en la conciencia
“misericordia padre por Dios...
mire que nos matamos
lentamente”
¿No es aquel de negros y santos atuendos
que asustan en la distancia el que miró,
procurando no ver y trató de arrastrase
al ayer para poder ver que él también nació,
vía una madre y un padre y creció
blasfemando con todos sus hermanos salvajes
dando luz a hechizos sin amar...
¡Dios!
Sin saber ¿no es aquel?
Hoy tus ojos se ahogan en lágrimas
que no fecundarán la tierra con tus hijos.
¿moribundo y todavía te atreves a palparte la herida?
Hoy ya es tarde para querer amar
o para dar bien los mismos pasos,
o ser fiel o responsable o un buen padre...
incluso de nómada o ermitaño te iría mal.
Hoy estás bocarriba de tal forma
que lo helado se te cuela por los poros,
ese aire frío que raja hasta los ojos,
que te da ganas de respirar profundo
mientras puedas, moribundo,
en lo que reúnes fuerzas para erguido
de la sepultura de regreso a tu pobreza
caminar.
Marzo de 1997
“Primeros Pasos”
Copyright © 2004 – Michel Fernández Pérez