Mediocres transeuntes de miradas escondidas
dispuestos a robar al ciego sus monedas,
son los metodistas y afables de la vida
aquellos que pregonan la fama con pollera.
Mediocres de la noches, espías sedentarios,
que roban los escritos que a otros pertenecen,
valientes cuando callan sinuosos calendarios
cobardes cuando miran a los ojos que los mecesn.
Mediocres estadistas, de las falsa ideología,
que dan vuelta su estirpe al mejor ilusionario,
tienen la codicia metida en las derivas
y sacan a relucir sus noblezas sin horarios.
Mediocres ensayistas de guiones sin actores
locuaces mentirosos que viven con diccionarios,
amantes del debate, sutiles perdedores
que ocultan hasta sus nombres cual penosos carcelarios.