Estaciones

El viento empieza a soplar y, cada día, se instala más intenso. Es redundante decir que las hojas empiezan a caer y que el frío se asoma serenamente. No es fácil de vislumbrar el claro del sol y los días ya son, por poco, noches. A su vez, nuestros cuerpos van necesitando cobijo y nuestras mentes, al unísono de los días nublados, un poco de claridad. A la temida espera de este, se hizo finalmente presente. Trajo con él, la oscuridad de los días y el frío, asiduo y arrollador. Por su lado las lágrimas del cielo permanecen abundantes y la lluvia de los ojos, se intensifica. Asimismo, los días se hallan deprimentes y la autoestima en una tempestad. Es necesario aclarar que ni la nieve ni la ropa puede tapar la angustia que nos hace atravesar. No obstante, luego de la tormenta sale el sol, conjuntamente con las flores y los colores.También aparecen las a-l-e-r-g-i-a-s y las a-l-e-g-r-í-a-s.¡Qué lindo es abrir las ventanas y dejar entrar la sublime brisa! Ahora, ya no solo sale el sol sino también el calor. Todo se vuelve más claro y se desnuda la vida. Ya no es tremendo mojarnos y los días no quieren que aparezca la noche. Con él llegan los carnavales, las playas pobladas y las peleas de famosos que inundan la televisión. Está todo más relajado, pero igualmente si no nos preocupamos por negro, es por blanco. Como es un ciclo, todo vuelve a empezar, pero esto nos deja en claro que, sin frío no existe el calor, ni que sin oscuridad, hay claridad y que la tristeza es hermana de la felicidad. La vida es el conjunto de estaciones y cada estación es un conjunto de las demás. Es por todo esto que me pregunto: Que si después del verano viene el otoño y luego del invierno la primavera; cómo no nos vamos a permitir pasar del llanto a la risa y de la risa al llanto.