Tus ojos me contemplan con tu dulzura suave de antes,
otra vez el agudo dolor y las distancias
y enamorado hasta el dolor de ti.
Ella es en nuestros días cálido halito de vida
bajo la obscura soledad del espacio,
sobre mi corazón duerme la piedra fría del recuerdo,
solitaria, lejana e infinita.
El cielo desgarrado es una gota de mi amor,
cargo un sangrante corazón roto en mitades,
mi cicatriz son las manos de ella y no caeré sin ella,
no me importa que viva en el sueño más infeliz,
jamás olvidare lo que amo.
Mi alma abrumada padece,
con haces de brizna se hiere,
me vuelve con los ojos turbios y el pecho agotado
cuando tus ojos que me contemplan con dulzura
tristemente se empiezan a desvanecer.