Ecos del alma...

En la vida hay muchas cosas que han de ser maravillosas,
como son en un jardín los claveles y las rosas.
Como es en una noche la luna resplandeciente,
como lo son las estrellas y la luz del sol naciente.
Que bello es ver florecer cuando llega primavera,
esos valles y praderas, las montañas y los montes;
y ver en el horizonte cada nuevo amanecer.
Tambien el atardecer cuando da paso a la noche,
y las nubes candorosas que adornan un cielo azul;
y sentir la suave brisa bajo un árbol de pomarrosa.
¿Maravilloso verdad? ¡En la vida hay tantas cosas!
como el trinar de las aves que alzan su vuelo libre,
sin que nadie le cohibe que piquen de flor en flor;
y que lindo es ver tambien cuando sale el arcoiris.
De los mares ni se diga, ¿A quién no le gusta el mar?
y sentir sus aguas tibias, cuando la arrastran las olas trayéndolas a la orilla.
No olvido los manantiales con sus aguas cristalinas,
y el frio que la neblina conserva de madrugada;
ni tampoco la tonada de alguna canción de amor ,
y el color de un ruiseñor a través de una ventana.
Una estrofa bien rimada de un poema conocido,
y sentir hasta el ladrido del perro tu amigo fiel;
y cuando abres la puerta de tu hogar tan apreciado,
que el eco sea testigo del saludo de un amigo.
Brindar con sinceridad un buen apretón de manos,
y el proceder cotidiano que no empañe la franqueza;
y que florezca la paz, que florezca la nobleza,
porque esa es la belleza del sabio sentir humano.
¡Ah!, pero cuan maravilloso es el amor de una madre,
no hay nada que lo iguale pues no tiene semejanza;
y nada brinda el calor de unos brazos maternales.
Que bella son las mujeres, que hermoso su sentimiento,
cuando desean ser madres y fruto de sus entrañas tener un alumbramiento.
Poder acurrucucarlo apretado sobre el pecho,
y en el seno de sus senos abrigarlo y darle aliento.
¡Que maravilloso es el amor de una madre!
pero a falta inevitable tal suelen surgir las cosas,
Dios siempre con su piedad consuela al alma piadosa;
y a mi me ha confortado dándome una buena esposa.