MENTIRAS

Por la sola necesidad de ser impostor, con ella no me permito cernir un ápice de titubeo, es que a decir verdad, a su ojos siempre me ha costado mentirles, sin embargo las pocas veces que lo he logrado,  he sido apresado por la más embriagante de las emociones.

 Aun sabiendo que la recompensa no es mas que correr el riesgo me lanzo creyendo que encontraré la panacea.

La mínima idea de intentarlo me transporta a las mismas puertas del limbo.

 Ese innecesario derroche de adrenalina se ha convertido en un predador voraz de realidades que me ha dejado indefenso y subyugado a la faena de alimentarlo a costas de riesgos por demás inofensivos.

Vivo imaginando como sumergirla en dudas o en batallas por descifrarme.

 La necesito inmersa en esa lucha sin cuartel que me doy a diario para evitar ser descubierto.

Me siento forzado a abrevar una y otra vez, lozanos embustes para que no parezcan tan ajadas mis viejas verdades.

Le miento descaradamente mentiras que invento, únicamente por no encontrar armonía en medio de tan triste verdad.

Por que de evidenciarla como mi musa o el solo hecho de permitir manar tan empírica pertenencia me asusta y por eso, tiránicamente le niego esa certidumbre.

¿Hay mayor recompensa que la propia satisfacción?