Hubiese querido darles
eterno gozo, lleno de ensueños,
como cuentos de Bagdad.
O mejor... lo simple y lo divino
de la paz de Nazaret.
Y sólo pude amarlos
con un amor sin estridencias. Intento traducir... y resumir en un poema, cuando cansado el sol... ya se adormece
tras la difusa colina de la vida,
esa deuda de vida que me duele
ese dolor que me dejó sin vida.
Y si bien puedo decirme,
en paliativo anhelo,
que hice todo lo que pude
y que todo empeño puse,
el único alivio verdadero
es que ni un solo reproche,
ni siquiera manso y suave,
llegó hasta mí de mis amores.
Vi el perdón en sus miradas
al buscar la mía
que rogaba perdón,
con un amor que excede
lo que los amé,
los amo y los seguiré amando.