No pude dormir anoche,
me remordió la conciencia:
¿quién soy yo, después de todo,
para privar de ese modo
a ciertas almas inquietas,
de aliviar su frustración
liberando de sus plumas
a mi humilde aportación?
Además de que, sin plumas,
¡ya no me siento abrigado!
como que "me falta apoyo";
me siento así, como un "pollo",
como un pollo ¡desplumado!
Por todo lo aquí anotado
y por los sabios consejos
de cada amigo poeta,
hoy he recapacitado
con actitud más discreta:
Vengan de nuevo las plumas
y su calificación,
que se disipen las brumas
y se disuelva en espumas
mi anterior indignación.
Porque, sean buenas o malas,
no son las plumas del ave
las que sostienen su vuelo;
es la fuerza de sus alas
la que la lleva hasta el cielo.-
(Y a mis colegas y amigos:
mil gracias, de corazón,
por su lealtad, por su apoyo
y por su sabia orientación;
seguimos en la batalla
y procuraré "dar la talla"
en mi poética misión.)
Eduardo Ritter Bonilla.