Mi bruja

Habelas dicen que hailas,

lo se por que yo amo a una,

ella hace arder mi queimada 

con el calor de la luna.

Sus ilusiones presagian

y sus visiones asustan.

No son artes aprendidas,

son sus talentos de cuna.

En sueños pinta realidades

para que luego se cumplan,

consigue ver el futuro,

pero aún no hizo fortuna.

Va encantando franquezas

para que no se siembren dudas. 

Hierve poción de certezas

con las verdades más crudas.

Ella colecciona edades

mientras come las doce uvas.

Las campanas anuales

no despiertan sus arrugas.

No se mengua su belleza,

ni le brotan las verrugas;

aunque tenga rostro de hada,

tiene alas de lechuza.

Si en su interior prende fuego

y su ira se acumula,

 la delicadeza escapa

y entra la fuerza bruta.

Aparta de su volcán,

no te cruces en su ruta,

 no interrumpas su ritual,

no incites su magia oscura.

Cuando se llena de enfado,

no me besa con cicuta, 

no envenena mis manzanas

por miedo a quedar viuda.

Ella no ahorra rencores,

la venganza le disgusta,

 no usará el vudú

para coserme de agujas.

No necesita pociones,

ni ranas, sapos o ruda;

 con su mágica sonrisa

mi voluntad se perturba.

Me arrojó a su mal de ojo

sin temor a que me hunda, 

ni en su mar de sortilegios

ni en su mirada profunda.

Es doctora en talismanes

y cardióloga de runas,

tiene anticuerpos de hechizo

y la magia en sus vacunas.

No sé si es científica o bruja,

si experimenta o conjura,

solo se que estaba enfermo

y que ella fue mi cura.