Mi ciudad está sola...

Mi ciudad está sola,

le hace falta su gente…

No es imaginación,

ni un sueño fugaz,

es realidad…

Despertamos y por el

mundo anda un virus voraz,

arrebata vidas y no se va.

Se extiende, se queda y nada

es igual.

Encerrado, confundido,

el hombre está

esperando

lo que puede pasar,

porque ya nada será igual…

Mi ciudad extraña a su gente,

porque nunca estuvo ausente,

ni en sus plazas, ni en aceras,

siempre estuvo presente.

El humano está enfermo

por un virus sin precedente.

La ciudad está sola

porque le falta su gente…

Hay temor,

hay prevención y oraciones

ante un Dios, de diferentes nombres y

religiones.

 Él escucha, lo que el

hombre aprenderá por sus

acciones y

repercusiones.

Y habrá preguntado también:

por qué, y cuál es el origen de

ese mal? que es contra ellos mismos

y nada será igual.

No hay respuestas,

ni cuándo ni cómo se irá,

ese virus que cada vez

se hace más mortal.

Al árbol genealógico le

faltan hojas,

cada día despedimos a alguien  con prisa,

en muchas naciones…

Sólo sé que llegó el otoño

y sobre las calles caen hojas

que nadie pisa.

El creyente sigue

acobijándose en múltiples

oraciones,

el no creyente, implora

soluciones.

No sabemos ni cuándo

ni cómo termina esto,

solo sabemos que no discrimina

país, ni raza, ni posiciones.

El creyente sigue orando,

el médico cuidando,

el científico estudiando,

para revertir el mal,

que se hizo

catástrofe mundial,

pero para ellos, la

consecuencia es igual…

Mientras tanto,

seguimos orando

pidiendo salud y perdones,

todos  de diferentes credos,

a un  solo Dios, con distinto

nombre, esperando que del Cielo

bajen bendiciones,

para un solo pueblo,

compuesto por miles

regiones y nos llegue a

todos sin distinciones!!!

Ana Sabrina Pirela Paz

Buenos Aires,

Marzo 2020