Esa noche esplendorosa triza mi Espíritu se hizo,
cuando al fin el camino había terminado,
pues quise caminar tanto que hasta en los brazos
de mi Padre terminé.
Ahora mi alma vuela satisfecha,
sin plegarias ni resentimientos,
sin nada que multiplicarle a la vida.
Se fue mi alma entre el viento asesino,
con un amor en el pecho subliminal.
Ya muero entre las pampas,
en el perdón y el odio de mi gente,
en el sabor y la esencia de mis habanos,
así muero; con la bendición de mi madre
y sin el adios de muchos.
Y es que ya muero
en el silbido del viento,
y en el cantar de los gallos,
entre los cuadros grises y blancos y negros,
en la susceptible lluvia de madrugada,
y en el fenecer del día en los ojos del horizonte,
tambien en el hombro de la luna,
en la sombra de las noches alucinadas,
en las cancines de mi trovador Arjona,
en los labios de un PATRON,
en la alegría de mis calles infantiles,
en la ternura de mis dedos infieles,
con el consuelo de mis penas absurdas, y,
en un eterno amanecer.