Hoy vivo en un jardín,
desde el cielo de mis ojos
contemplo el renacer
y tu tardas en aflorar,
recelas de la palabra como si ella te pesara,
aunque el poema después de todo te hace existir.
Anda
no cierres tu flor arisca y salvaje,
sal
con toda la enredadera de tu flor carnal
y no te hundas en el umbroso sitio
de los bosques no solicitados.
atrévete y no esperes,
pues, las palabras están echadas
en la piel no escrita
de tu miedo al inicio.
Vence
el manido argumento,
se tu la flor que brota
sin que el jardinero la siembre,
sé tu la rebelde salvaje rosa
que busca el sol. María Ysabel Camacaro.