Nos encontramos una noche cualquiera.
Yo caminaba solitario y vencido,
rendido por el destino que no ha sido.
Tal vez porque me entregue a quimera.
Tu también estabas distrahida y triste,
nos sentamos en el banco de la plaza.
Te hice sonreír, brilló una esperanza.
Con tus ojos dulce me descubriste.
En tu mirada había sueño de chiquilla,
jugando a ser mujer. Niña adolescente,
vamos a casa, sé que eres decente.
Dime donde vive tierna avecilla,
dame tu mano, ten calma pequeña,
yo también soy de lo que aun sueña.