Mi nieta.

Ella detiene el tiempo con su mano

apretando mis dedos en somñolencia,

se debate en las miradas y mientras tanto

me hace guiños en los gestos de su ciencia,

ella tiene los ojitos virgenes y mentolados

pequeñas pupilas que saben a cerezas,

se pasea en mi alma mirando los decorados

de una sala en la que se siente princesa.

Ella pasea sus llantos en mi ignorancia

y bebe palabras de placer y de dulzura,

parece decir con letras de lactancias

las frases de su inocencia sabia y prematura.

Ella me puede a la luz de su ternura

entre los algodones que laten en su mente,

con la magia de su risa y el candor de su textura

me quiere convencer que todo es permanente.

Ella se sienta a la espera de una mueca

que devuelve con sonrisas de princesa,

parece que se calla, pero grita y es tan nuestra

que el amor se agranda en su mágica belleza.