El ruiseñor con su canto
me recuerda a cada instante,
hasta provocar mi llanto,
nacido del desencanto
que inspira tu amor ausente.
No puede el sol ni la luna,
ni el viento ni la tormenta,
dar tranquilidad alguna
permitiendo la fortuna,
que me haría sentir contenta.
Que ese pájaro trinando
con su dulce melodía mientras te sigo añorando
no se como ni hasta cuando,
diluirá esta agonía.
Y este mar de agua salada
que moja mi desespero,
me mantiene tan ahogada,
triste, afligida, abrumada,
mientras todavía te espero.
® Susana Valenzuela
29-06-11