De protagonista a leyenda viviente de mi poesía, y algún día borracho de pensarla o sobrio de prejuicios su nombre lo confesaré.
Sólo bajo amenazas no pesco estrellas del cielo, porque la luna se encerraría tras nubes densas, y entonces la marea dejaría de mojar sus pies.
Y dentro de mí siempre saco al azar cosas para escribir, pero en todo lo que encuentro hay algo con su nombre (una nube, una estrella, una flor).
Su sonrisa es como una partícula que le da color a los Tulipanes, mantiene flotando al colibrí, y es el único elemento de la sangre que corre en mí.