MI RUMBO

Ya no me esperes pequeña,

he descubierto mi destino.

Distinto al tuyo es mi camino,

soy pájaro libre que sueña

y ninguna flor lo amarra.

Soy hombre amante de poesía

que del brazo por esta vida

va noviando con la guitarra.


Tus ojos no merecen lágrimas,

la vida es solo una flor bella

que bajo el rocío se marchita

y el corazón también se irrita

cuando no alcanza su estrella.

Yo he de ir dejando una huella

tras algún soplo de esperanza,

lejano del amor y su mella.


Mi rumbo persigue solo versos

enredados en un viejo diapasón

y a veces son sorda alabanza.

No mereces, pequeña, la cerrazón;

la existencia me la ha regalado.

Todo mi cariño está guardado

entre letras simples del corazón,

escritas en hojas de la distancia.


Tú tienes juventud y templanza,

yo, a veces, no se esperar nada.

Me despierta siempre la madrugada

y antes del alba ya ando cantando,

solo soy un gaucho guitarreando

las penas del hombre y mi gente

y ante cualquier dolor inclemente,

de tu luz prefiero irme alejando.


Las malas lenguas, por la espalda,

me dicen payador revolucionario,

a veces, joven trovador libertario

y siempre me hacen a un lado

para evitar cualquier reclamo.

Mi zaino es mi único hermano,

poncho y mate mis confidentes.

y solo de sombras voy acompañado.


Ya no me esperes, pequeña,

te dejo el último de mis besos,

un pañuelo blanco hecho poema.

De soledad y amargura mi condena

busca siempre nuevo horizonte,

como ñandubay que en el monte

se vuelve rudo de tanta pena

y muere viejo sin ningún apronte.


No he de olvidar tus negros ojos,

tu tibio abrazo y su gran latir.

Ahora mejor despedirse y partir

llevando bajo mi luna tu recuerdo;

por esto yo no me remuerdo

y las espuelas también piden alejarse

antes que el garguero haga sentir

que la flor no crece entre los cardos.