Como briosos corceles galopando en la arena
húmeda de la playa, jadeantes, nerviosos,
así era mi niña, el amor que yo te prodigaba
buscando en tus playas el amor que yo soñé.
Como se juntan en el horizonte las nubes y la nada,
como las algas marinas se apean buscando un reposar;
así buscabas mi alma, mis labios y mis besos,
así buscábamos juntos, el soñar y soñar.
Y como el niño triste que en la noche grita
de espanto al despertarse y no hallar a su mamá,
así era de tierno el amor que yo soñaba
prodigarte y que nunca pudimos alcanzar.
Era una noche fría, oscura, borrascosa.
Las gotas de lluvia caían cual granos de cristal,
golpeaban nuestras almas. y aun así reía
y quemaban nuestros labios hasta hacerlos sangrar.
Y yo, mi amor, en aquella noche tan espesa
corría como un loco buscándote al azar;
oía en la tormenta, en los truenos, tu risa
que tenue se perdía entre las olas del mar.
Mas cual visión nocturna apareciste quieta,
viniste a mi dichosa, llegándote a abrazar;
y mordiendo yo tus labios, soñando tú despierta,
cerrando mis ojos, mis oídos, mi mente
sintiéndote solo mía entre las olas y el mar.
Marco Senmache Rodríguez - Perú