De horas lejanas.

Muero en el silencio abrazador de tu murmullo
cuando musitas los encantos escondidos,
me permito la objeción y hasta creo que intuyo
el sabor de un beso solitario e indebido.
Muero al pensarte en brazos casi extraños
y diciendo mi nombre sin decirlo a escondidas,
y a la placidez constante de aquellos desengaños
oscurece mi cielo cuando la pena se inclina.
Muero en tu imagen, en constante lejanía
me miras despacio, te escapas sin rumbo,
y en la corteza amarga del árbol sin vida
me dejas flotando alejado del mundo.
Y esa constancia que aprovechas ahora
será tu destiempo en un futuro cercano,
tranquila te meces al paso de las horas
midiendo como el tiempo, se te escapa de las manos.