Descansar de la picadura de las noches,
Reposar el culo en un lecho de cartones,
Y en este amanecer con nubes y sin soles…
Cuéntale el cuento a las sardinas,
Que esta ciudad sigue siendo mía…
Reparto la alegría que me queda,
Y me sobra una sonrisa para quien la quiera…
Pero no me molestes con idioteces,
Que la vida es tan leve, que te mueres cuando no quieres.
Y atravieso un sueño muy despacio…
Donde en mis ríos, corre el vino y se bañan tus labios…
No me niegues tus caderas, que me entra la flojera…
Y me despierto enlechado, fruto de la que no se preocupa… (Y esta dura).
Las agujas del reloj se vuelven locas y echan humo…
Cuando hablamos tres mil horas sin tregua y sin censura…
Al final la razón siempre la tuvo la botella,
Risas, perder la vergüenza, y el dolor de cabeza…
Mientras pasan a mi vera mil cantos de sirena,
Yo me tumbo a la bartola, a contar rojas amapolas…
Y puede ser que te suene a sucedáneo trillado de otros…
Pero este es mi estilo, cultivado a golpe de latido.