Hoy la vieja memoria
trajo presto a mi oído,
un zumbido de abejas
que no tiene sentido.
Vuela siempre burlona
y se cree una sabia,
entre tantas abejas
quien pudiera observarla.
Ya atrapé a otra ilusa,
otra hormiga en la grana.
¡se sonríe contenta.
¡Qué esperanza tan vana.!
Más no sabe que a ésta
no la seduce nada.
Hace tiempo no cree
en un mar de palabras.
Aprendió que el amor
es la rosa aromada,
y que no hay seductor
que hoy pudiera atraparla
Ya la hormiga no cree
en las luces del alba,
ni en la miel tentadora
ni desea probarla.
Sólo sigue guardando
un tesoro escondido,
para un viejo hormigón
que anda casi dormido.
Como un niño pequeño
con su mirada pura,
se extasía mirando
los ojos de la luna.
Uno más de esos sueños
-gime triste la hormiga-
que por ser imposibles
ya no tienen cabida.
Mientras sigue bregando
por lograr la comida,
mientras meticulosa,
barre todas las migas.
Si te topas con ella
no vayas a pisarla.
¡ámala con ternura,
nunca dejes de amarla!
Mírala con cuidado
siempre va tras de ti.
Tiene ahí su escondite,
no para de reír.