Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Poesía
Todos
Ordenar por:
Mas recientes
Menos reciente
Más vistas
Defecto
Poema
La Poesia que ha intentado acceder no ha sido encontrada en nuestra base de datos, a continuación le mostramos una poesia aleatoria.
Categoría: Surrealistas

El compás de nuestro caminar

El atardecer se adueña
de tus farolas.
Solo cuando se vaya,
podrán encenderse.
Las paredes contestan a mis pasos
en tus viejas calles,
mientras observo
como las viseras de las casas y palacios
amistosamente se dan la mano.
gatitos de puntillas
temerosos van caminando.
Las gatitas les cantan
mientras me observan desde los tejados.
Unas gotas sobre mi sombrero
aceleran mi caminar,
y una dama me mira
mientras en el quicio de una puerta
me tengo que refugiar.
Me quedo en silencio
y escucho un piano.
Me doy la vuelta,
lo veo sonar.
Entro despacio,
sin molestar.
Miro al pianista,
parece disfrutar.
Un violín acompaña al compás
de la tormenta y del piano,
que se empieza a asustar.
¿Será la tormenta,
o será simplemente mi estar?
El carrillón de la pared
concentrado parece bailar,
con los nerviosos dedos
del pianista y su obra ejemplar.
Nadie nos oye,
nadie se entera.
es como si yo no existiera.
Las ruedas de un carro crujen
por la calle al pasar,
túnicas negras lo llevan,
y las viudas no dejan de llorar.
Chopin vuelve a sonar
con su nocturno
en ese funeral.
Me asomo a la lluvia
y empiezo a caminar
detrás de esa comitiva.
Me acerco al cuerpo,
me resulta familiar,
pues es cara conocida.
Es la cara que yo veía
cuando mi espejo me sonreía
Corriendo de un lado a otro
me empiezo a preocupar,
mas no tengo hermano gemelo
ni cercano familiar.
Me vuelvo sobre mis pasos
a mi morada encontrar.
La puerta está abierta,
y un hombre en mi cama
llorando se pone a rezar.
Me siento sobre la misma,
y empiezo a recordar.
Mi amada era muerta
por un bandido sin piedad.
Llegando yo tarde a casa,
aquí tendida me la encontré.
Las lágrimas de mis ojos
me hundieron en el abismo
de ese anochecer.
La soga echeme al cuello,
y rezando la silla empujé.
Pasado un rato
en la calle me presenté.
A lo lejos mi puerta,
y el cartero que llamaba
para traerme el correo
por última vez.
Me di la vuelta.
Miré sin comprender,
indiferente tal vez
de lo que acababa de suceder.
Marché, como todas las tardes.
Paseé, como todas las tardes.
Por la misma calle,
como todas las tardes.
El atardecer se adueña
de tus farolas.
Solo cuando se vaya,
podrán encenderse.
Las paredes contestan a mis pasos
en tus viejas calles,
mientras observo
como las viseras de las casas y palacios
amistosamente se dan la mano.
gatitos de puntillas
temerosos van caminando.
Las gatitas les cantan
mientras me observan desde los tejados.
Unas gotas sobre mi sombrero
aceleran mi caminar,
y una dama me mira.
Y una dama me mira.
Esa es mi dama,
esa es mi amada.
Es por quien daría la vida.
Es por quien la vida fui a dar
Un dulce piano enseña
el compás de nuestro caminar,
mientras amados y de la mano
viajamos a la eternidad.
Simplemente,
viajamos a la eternidad.
Datos del Poema
  • Código: 282921
  • Fecha: 08 de Diciembre de 2006
  • Categoría: Surrealistas
  • Media: 6.47
  • Votos: 91
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1,163
  • Valoración:
Datos del Autor
Nombre:
País: Sexo: Sin Datos
Fecha de alta: 29 de Abril de 2024
Ver todas sus poesías
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 18.221.154.151

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Poesias: 99,627
»Autores Activos: 4,260
»Total Comentarios: 47,522
»Total Votos: 9,266,099
»Total Envios 159,596
»Total Lecturas 142,892,756

© HGM Network S.L. || Términos y Condiciones || Protección de datos | Política de Cookies