Desde hoy tendría aniversario el olvido
y es terrible el dolor que en mi corazón causa
que te acompañase me hubieras permitido,
el adiós nuestro un momento tendría pausa.
Después del abrazo se quebró el eslabón,
en tu mirada me dices; no puedes venir.
Te besé en la frente como buscando perdón
y nuestros labios; ya no pudieron sonreír.
Nuestro destino poco a poco se separa
los cariños cálidos ya es reminiscencia,
lo que fuimos un tiempo hoy no nos ampara,
pues el efímero tiempo impone distancia.
Sin embargo tú en mí nunca serías sombra
en mi corazón siempre tu tendrás un sitial
la vela de fe se asoma, orando te nombra
melodía, entonces rezo no será trivial.
Sigo corriendo por la senda impuesta,
cada vez que abro los ojos veo tu rostro,
como aquel cristo, llevo ésta cruz acuesta.
En la despedida murió el amor nuestro.
Un día menos pensado hallarás el cielo,
tenue luz de nuestro corazones se hará sol.
Princesa mía, me elevaré de este suelo
y seré tu príncipe azul, cumpliendo su rol.
El señor de los fierros
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