Me vi turbado, perdido; sin embargo ella se encontraba allí, erguida, como si nada a su alrededor hubiese ocurrido; mientras yo sucumbía bajo el efecto de su visión, su néctar, su veneno.
E inconfundiblemente afectado por ella; en un esfuerzo sobrehumano intente alejarme de su cautivación, pero resultaba inútil; desvié mi mirada hacia otro lado, pero también esto fue estéril; la sabía presente, única y pecaminosa; como último recurso y asiéndome de donde podía, quise alejarme, pero no pude; fue tan rápida la acción que no me di cuenta en que momento me encontraba de narices, solo, en el suelo; caído y desarticulado ridículamente; escuche las risas, y estas se transformaron en monstruos que blandían espadas de odio sobre mi ser interior; me sentía humillado por ella; una mano piadosa solivió mi cuerpo; otra, insuflándome valor, ubicó nuevamente mi silla. De nuevo me encontré frente a su imagen; y muda, sin decir palabras se ofreció a mi, sabiéndose única para mi ser y mis cavilaciones, sabía que pecaba, y si aceptaba mi daño sería mayor; pero ¿Cómo resistirme? ¡¡No podía!!
Por eso, a pesar de ello, la tomé tiernamente con mis manos y como no queriendo soltarla, volví a llenar mi copa, sabiendo que su líquido quemaría mis entrañas sin pedir perdón.