Mi vida fue rodeada por seres aparentes
imagenes de duelos, sangre en demasía,
ideas en derrotas que muestran inherentes
refugios de oscuros suburbios y osadías.
Mi vida aparcó por demás en otros puertos
de saña innecesaria, de voces peregrinas,
cayó en los retoños vulgares que el recuerdo
anida tenuemente en todas mis esquinas.
Mi vida se perdió, a lo lejos, un momento
de felicidad fugaz, casi etérea y pasajera,
inculcó ademanes de cobijarse en los violentos
instantes de fatales muertes y quimeras.
Mi vida atravesó la década de una infame
traición que bajo puerta tejieron mis hermanos,
cubiertos con las sangre feroz de un derrame
de inútiles vertientes, con fusiles en su manos.
Mi vida ya no tuvo el sentido de decirte
cuan procaz fue el dolor que he recibido,
porque no ha sido mi intención esta de herirte
y mancharte con el humo travieso del olvido.
Mi vida hoy es una especie de tregua consentida
entre la guerra total y la espera de un horario,
persiste en meterse constante en mis heridas
y no respeta las hojas que cayeron del calendario.