Mi viejo amigo de cuatro patas

Acabo de oír por pura casualidad
una canción con la que nuestro chucho
se ponía a aullar,
se la poníamos porque nos hacía reír
verlo allí hirguiendo su cuerpecito
con las patas delanteras apolladas
en el mueble del salón,
con su pelaje marrón y rizado,
solo lo hacía con esa,
con ninguna otra funcionaba,
una voz femenina cantando en inglés
acompañada de una melodía tranquila,
no sé el nombre,
ni quien la canta,
pero recuerdo la inexplicable pasión
que le ponía el chucho a su quejido.
Ese perro era increíble,
más persona que muchas personas,
no había que sacarlo a pasear,
él arañaba la puerta,
le habrías
y salía solo,
volvía cuando quería
después de vagabundear
buscando hembras
por las calles de este pueblo
con complejo de ciudad.
Lo vi cruzar por pasos de peatones
haciendo parar a los vehículos,
lo vi corriendo amenazante
tras perros de raza que triplicaban su tamaño,
y estos huían con el rabo entre las piernas,
no se sentaba si se lo ordenabas,
no te daba la patita,
no le podías enseñar trucos,
tenía una actitud envidiable,
nunca volveré a topar con un chucho como ese.
Le obsesionaban las pelotas,
si no se la lanzabas
se quedaba delante tuya ladrándote
como diciendo
"venga va,envíala al carajo,
lo más lejos posible,
lo necesito,no te cuesta nada,
no seas cabrón".
Luego no te la traía a la mano,
se hacía el remolón
hasta que se cansaba
o conseguías quitársela,
y el simple juego volvía al comienzo.
Le quité pulgas,
garrapatas
y demás parásitos,
odiaba el veterinario
tanto como yo un hospital,
me tocó bañarlo muchas veces
cuando llegaba apestando de la calle,
se volvía loco después del baño,
corriendo de un lado a otro
refregándose con todo lo que hallaba en su camino.
Y así llegó a sus últimos minutos de vida,
le di un baño,salió a correr por el pasillo,
la puerta de casa estaba abierta,
oyó una moto
(siempre corría detrás de las motos)
y salió disparado
como un fórmula uno
cuando se apaga el semáforo. . .
La moto le pasó por encima,
lo partió prácticamente en dos,
lo sujeté observando
como desaparecía su vida,
solo se le oía un pequeño lamento,
sus ojos buscaban una explicación,
no creo que la encontrara. . .
Una hora
y muerto,
no había nada que hacer,
metimos su cuerpo en una bolsa,
lo metimos en la parte de atrás del coche
de la que por entonces
era mujer de mi padre,
fuimos al campo,
cogí la pala
e hice un hoyo no muy profundo en la tierra,
yo tenía unos diez,quizás once años,
no lloré,
pero si sentí una pena terrible,
echamos el cuerpo al hoyo,
lo cubrí por completo,
y como pasa con la muerte de quien,
o lo que sea,
nos largamos y la vida continuó.
Esa día enterré a un gran amigo,
un amigo que no hablaba,
que no contaba anécdotas,
que no presumía de lo que follaba,
ni contaba penas,
un amigo que ha vuelto a mi mente
a través de una canción,
me alegra recordarlo como merece,
ese puto chucho fue un grande a su manera,
de la manera que él quiso.