A CARMIÑA II

En los campos de auroras y ocres,

donde el sol se tiñe de carmín,

se alza bella y serena Carmiña,

una musa que encanta el confín.

Sus ojos reflejan el cielo,

su risa, la brisa del mar,

y en su alma se esconde un misterio

que atrapa al más lejano mirar.

Con pasos que danzan en sueños,

entre lirios y rosas en flor,

Carmiña camina ligera,

dejando en su estela un amor.

En su voz hay cantares antiguos,

leyendas que el tiempo olvidó,

y al cantar, el viento se aquieto,

susurros de encanto y pasión.

En primaveras florece su alma,

y en invierno, se abraza al calor,

es un alma que vive en las letras,

un poema que late en su voz.

Oh, Carmiña, tu esencia perdura,

como estrella que brilla en la noche,

con tu magia, el mundo dibujas,

tejiendo sueños con tu derroche.

Que tu nombre resuene en versos,

como eco que nunca se irá,

Carmiña, en mi poema inmortal,

en la historia del tiempo serás.

Autor: Ángel R. Anaya Puerta

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