El anochecer, sin saludo previo,
acaeció en tu mirada
y mi cabeza se desplegó en las alas
de un extraño sentimiento.
Las palabras fluían
desentrañando viejos caminos,
hallando nuevos horizontes.
Las páginas describían pinturas
y el arte, se redactaba en manuscritos.
Los poetas enamoraban a sus musas,
los pensadores inventaban sueños.
Inmersos en las ganas
olvidamos el presente,
y nos lanzamos al paraíso.
El turbio sonido de las nubes,
el oscuro silencio de las noches
y las triste lágrimas del cielos
eran recuerdos tuneados de blanco y negro.
En esta película no hay escenas,
nos robamos los capítulos,
y escribimos nuestra propia historia
junto al mar.