¡Oh, Venezuela!
tierra con olor sabido,
hermana nuestra,
libre sollozas
junto a tu pueblo,
bajo la ladera de un cerro,
en una choza,
que ve pasar,
como de noche,
de raíz muerta,
una montaña de espejismos
de un siglo turbulento
y de oro sudado,
fecundado por dictaduras
en tu tierra ociosa,
de hojarasca
que se lleva el viento,
que sólo deja una pisada
de Guaicaipuro y Andresote,
de Simón y Andrés,
el rastro de una lucha
que cruza tu corazón
como el Orinoco una trocha,
en busca de la libertad soñada
que ya tú te mereces,
¡Oh, hermana nuestra.!