Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Poesía
Todos
Ordenar por:
Mas recientes
Menos reciente
Más vistas
Defecto
Poema
Categoría: Pensamientos

Millones de peones moviéndose al compás

Millones de peones moviéndose al compás.

Industria de pordioseros de la moral


Maledicencia o suerte de satisfacción,

abunda la suerte inversa, la que te compensa

por tu innegable carencia de originalidad,

por tu innegable falta de identidad.


Un tesoro escondido en una falla abierta,

un ciego paseándose entre lagunas de escombros

y una tenue luz que contiene un atisbo de esperanza,

como un guiño aleatorio pretende autodenominarse

“emergente solidaridad”.


El sol no brilla, decae, enmudece.

la luna transcurre, olvidada en un firmamento macilento, gris,

plagado de tenues lumbres, de estrellas errantes sin porvenir:

son sólo seres humanos, estelas itinerantes,

que rechazan pasiones consistentes que engrandecen el alma,

prefieren atender diariamente a sus deportes favoritos:


La falta de atención

el amor por la cultura basura,

y la más absoluta dispersión.


En esta industria plagada de pordioseros del variopinto dios menor,

se respira, sí, se respira la tensión.

Abundan en él los agoreros del fin del mundo,

los que traen suerte dispar,

los que comunican sin reglas ni tapujos, los que hablan sin parar,

aquellos que desarrollan el lenguaje de la maledicencia

por añadir un euro más a su cartera, ya de por sí, de billetes repleta.


Son tantos los vendedores de humos, los tunantes o gurús de nueva generación,

impertérritos villanos, hijos pródigos de la Escuela del Ganador,

y tanto el trasiego de desinformación

que los transeúntes atónitos, desorientados,

ya no confían ni cree en na’


¿Ingenieros de la moral?

Sí, son los que más venden, los que trafican con el material,

iconos inmensos se erigen, ¿motivos?

Manejan pelotas, lucen cuerpos pomposos

o lanzan improperios y exabruptos como mercenarios,

engrasadas sus ametralladoras, llámense lenguas lenguaraces.


La belleza no es verdad, es una mentira tan grande como una catedral,

edificada piedra a piedra tras arduas labores de ingeniería social.

Sus mausoleos de marfil colman ciudades, pueblos, aldeas,

océanos, mares y ríos, todo como un único manantial.

¿Manantial?, sí, de un agua sin purificar.


Apenas existe selva virgen, terreno sobre el que edificar,

tierra que conquistar, dragar, aniquilar.

La falsedad es coetánea a los simple-pensadores

que no, tampoco, no saben, no piensan, en fin, no se enteran de na’


En este territorio plagado de indigentes de riqueza espiritual,

la vanidad se impone como un solemne ritual:

comprar y más comprar, ostentar y más ostentar.


Es el Dogma del Consumismo extendido a nivel mundial.

Parásito abrasivo, que nos corroe el alma,

nos emponzoña el corazón y

empequeñece nuestro cerebro.

Virus nauseabundo, ¡qué plaga más letal!


Los ricos que suponen tener el poder

difícilmente atisban el significado de la Gran Felicidad.

De todas sus alhajas presumen,

pobres campeones de la insustancialidad.

No quiero ser cruel, con estos patanes

enemigos recurrentes de la inteligencia emocional.


Tipos que nos ofrecen consejos sobre cualquier tema, incluso

de algunos en los que hay, oh, sí, reflexionar.

No comprarán un momento de auténtica gloria,

les es tan difícil comprender la palabra compartir,

tan complicado descifrar el significado del altruismo, de la solidaridad,

que caerán derrotados cual vulgar peón o pieza de tablero.


Desde un simple punto moral,

no eres más que un ladrillo adimensional,

un pedazo de roca que únicamente sostiene un birrioso edificio terrenal.

¡Y a ti, dicen por ahí, he de considerarte un tipo al que admirar!


No existen las Grandes Personas,

sólo abundan grotescas copias humanas,

Copias de copias de copias de copias sin atisbo de ningún patrón original.


Caricaturas groseramente pergeñadas, simples y vulgares peones,

millones, moviéndose como hormigas en pos

de vete a saber qué insulso ideal.

Como autómatas, marionetas,

al son que rigen los dueños del Material.

Sempiterno Dios que impone las voluntades.


Almas errantes o mendigos mortales.

Son sólo seres humanos, alicaídos e ignorantes,

buscando, rastreando nuevas fuentes de satisfacción.

Las que emponzoñan el alma son primigenias,

secundarias las que sólo aportan solaz y diversión.


Peones tozudos, de diferentes tamaños, de diferente ralea,

tratando de avanzar, de alcanzar el final del tablero,

ignorando que no hay final, sólo un escarpado acantilado

cuya única opción no es retroceder, si no atisbar el abismo,


lanzarse hacia él para irremediablemente morir…

o resultar bendecido por algún engendro raro,

al que muchos osan llamar deidad.


Dime materialista en lo que crees y yo descompondré tu verdad

en un millón de diminutos fragmentos,

pedazos que ya nunca podrás volver a ordenar.


Dime materialista en lo que crees y yo descompondré tu verdad

en un millón de diminutos fragmentos o ingredientes de un plato hediondo

que ya nunca podrás volver a preparar,

y que jamás comensal, de exquisito gusto, pretendería siquiera husmear.


 


 

Datos del Poema
  • Código: 387342
  • Fecha: 27 de Febrero de 2021
  • Categoría: Pensamientos
  • Media: 0
  • Votos: 0
  • Envios: 0
  • Lecturas: 169
  • Valoración:
Datos del Autor
Nombre: Blade runner
País: EspañaSexo: Masculino
Fecha de alta: 27 de Febrero de 2021
Ver todas sus poesías
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 18.218.129.100

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Poesias: 99,627
»Autores Activos: 4,260
»Total Comentarios: 47,522
»Total Votos: 9,266,099
»Total Envios 159,596
»Total Lecturas 142,892,756

© HGM Network S.L. || Términos y Condiciones || Protección de datos | Política de Cookies