Blanco es el pergamino que melodía crea
con la ayuda de mis manos y la paciencia,
y el piano es la modestia del soñador
que empieza tocando las negras;
las teclas de la partitura muerta.
¿Qué sigilo se escucha?,
mientras se adentran
las manos firmes en la ilusión
de dar cabida al sentimiento
a la valentía y al verdadero amor.
Antes de ser escultor de franquezas,
fui orador de trágicas gestas,
y estoy quizás dónde nunca estuve
esperando de la vida su grandeza.
La de ser la única y verdadera,
estrofa, partitura, sueño, aquello que anhelo,
aquello que suene en el piano de mis recuerdos.
Una partitura de inagotables misterios,
un simbolismo de libertad y deseos,
una promesa de amor eterno,
para ti que lees todos mis versos.