Desaparece un amor en la vida,
como un soplido del viento que pasa,
o melodía que viaja a lo eterno.
En el aroma de rosas me llegan,
esas nostalgias de tardes felices,
y en suave brisa me envuelven de pronto.
Cierro los ojos sintiendo su ser,
cuando transmite la luz que perdura,
en un suspiro profundo del alma.
Sus suaves manos reviven caricias,
es un consuelo y alivio constante,
en la esperanza de anhelos soñados.
Se esfuma el tiempo en sueños etéreos,
melancolía que cubre la esencia,
el corazón se detiene esa tarde.
Lupercio de Providencia