¿Qué sufrir?

Negra la noche negra
tu que te encaminabas
tu que regresabas ha casa
no tuviste otro destino cruel
que encontrarte con ese asesino
Confiada caminante
inocencia juventud
bella amapola
desplegando sus alas
hacia donde comienza su final.
Coche gris robado
saliente de este dos muchachos
que se encaran y a golpes te llevan atada.
A su merced estas, solitaria tu ayuda
tu esperanza decaída
pero tus fuerzas despiertas.
Contra ellos forcejeas
pero por tus espaldas dos más te agarran
dejándote inmóvil
flaqueada toda tu.
Te desplazan hacía donde es la entrada
del infierno en primavera
nunca pensaste que en flores se hallaba.
Primero unos golpes en la cara
otros al estomago
y ¿Por qué no? una puñalada.
Sangrienta te arrastran desde el coche
y en la pradera en llamas
tirada te dejan.
¡OH! Dios, ¿donde esta mi cielo claro?
¿donde esta tu bendición?
¿cuanto debo sufrir para alcanzar tu mano?.
Uno de ellos se desploma en ti
para desnudar toda tu alma
y romper tu virtud de mujer
otro con una punta afilada
poco a poco te desangra
el corazón.
El tercero sonríe
y hasta puta llegas a oír.
El cuarto te tapa la boca
y a patadas se enfrenta con tu rostro
aun lleno de sangre
aun lleno de rasguños
sige bello, brillando tus hermosos ojos
pero para ellos no les agrada tu mirada asustada
no les vale el verte acabada
poseída por el dolor.
¿Qué debemos hacer nos ha visto?
Nos puede delatar
¡Quémale!
¡No, no más!
¿que quieres que haga mi dios
para que me dejen descansar?
¿que más necesitas para llevarme a tu lado?
¡Quémale los ojos!
grito de victoria entre ellos
resonaban en el silencio
y una mano hizo los honores.
De su bolsillo sacó un mechero
y con basileo, risas intermediarias
lo hizo llegar a tus luces
que apagaron en llamas letales.
Ciega, golpeada, violada
apuñalada, caída, dañada, ensangrentada
y no les bastaba tenían que rematar su triunfo
¿Que tal matarla?
¿Que menos?.
Tú que alcanzar la paz deseabas
que encontrar la seguridad añorabas
para qué resistirse
para que luchar
Y sin aliento alguno, tu voz dejaste marchar
¡Matadme hijos de puta!
¡Hacedlo ya!
Y su ser marcho de aquel campo florecido
desabitando su cárcel sufrida
llegando al fín, donde un ángel le sonreía.